La estación de tren de Pamplona se encuentra en plena reforma, pero los servicios provisionales habilitados durante las obras han generado una fuerte indignación entre los usuarios. La compañía ha colocado únicamente dos baños portátiles para sustituir a los aseos habituales, sin iluminación eléctrica ni accesibilidad para personas con movilidad reducida.
Los viajeros denuncian que estos baños no cuentan con las condiciones mínimas de higiene, privacidad ni seguridad. «Es un asco, están a oscuras, y ni siquiera hay un baño adaptado para personas con discapacidad», señala un usuario habitual visiblemente molesto. La situación, calificada por muchos como «una vergüenza», se produce en plena temporada de movilidad, con cientos de personas utilizando la estación a diario.
Las obras, que se prolongarán durante al menos dos meses, han dejado sin alternativa a los viajeros, que reclaman una solución inmediata por parte de Renfe o Adif. La falta de planificación y el intento evidente de abaratar costes está provocando críticas.
La accesibilidad, un derecho básico en cualquier infraestructura pública, ha quedado en entredicho en una estación que, paradójicamente, está siendo reformada.
La pregunta que muchos se hacen es cómo es posible que, en pleno siglo XXI, se obligue a los viajeros a usar baños portátiles sin luz ni condiciones mínimas en plena Semana Santa.
