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Pamplona Televisión

El FC Barcelona se corona en una final de la Copa del Rey de infarto

El FC Barcelona conquistó su 32º título copero tras un duelo de infarto frente a un Real Madrid que vendió cara su derrota hasta el último suspiro.

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La noche sevillana del 26 de abril de 2025 quedará grabada en la memoria del fútbol español como una de esas finales que justifican la leyenda de la Copa del Rey. En el imponente escenario de La Cartuja, ante 72.000 almas divididas entre azulgranas y merengues, el FC Barcelona conquistó su 32º título copero tras un duelo de infarto frente a un Real Madrid que vendió cara su derrota hasta el último suspiro.

El partido comenzó con la tensión y el respeto propios de un Clásico. El Barcelona, fiel al plan de Hansi Flick, se adueñó del balón y del ritmo, maniobrando con paciencia y empuje. La primera media hora fue un monólogo azulgrana, con Pedri como faro y Dani Olmo aportando dinamismo entre líneas. La recompensa llegó en el minuto 29: Pedri, con la clase que le distingue, cazó un balón en la frontal y lo alojó en la red de Courtois, desatando la euforia culé y poniendo justicia al dominio inicial.

Mbappé, el revulsivo blanco

El Real Madrid, lastrado por la temprana lesión de Mendy y la falta de ritmo, apenas inquietó a Szczęsny en el primer acto. Pero la entrada de Kylian Mbappé tras el descanso cambió el decorado. El francés, eléctrico y voraz, empató el partido con un magistral lanzamiento de falta en el 70’ y, apenas siete minutos después, Tchouaméni culminó la remontada blanca con un cabezazo tras un córner. El Madrid olía sangre y el Barça parecía grogui, pero la historia de la Copa siempre reserva espacio para el drama.

Ferran fuerza la prórroga

Cuando los de Ancelotti acariciaban el título, apareció Ferran Torres, el hombre de las noches coperas. En el 84’, tras un error de Courtois en la salida, Ferran empujó el balón a la red y devolvió la esperanza al barcelonismo, forzando una prórroga que ya era inevitable.

Koundé, héroe inesperado

El tiempo extra fue un pulso de nervios y piernas cansadas. Los dos equipos, extenuados tras una temporada exigente, se entregaron a un intercambio de golpes en el que solo los detalles podían decidir. Y el detalle fue Jules Koundé. En el 113’, el central francés recogió un balón suelto en la frontal y, sin pensarlo, soltó un latigazo raso que se coló junto al poste de Courtois. Un gol de leyenda, a la altura de los grandes héroes azulgranas, que selló el 3-2 y desató la locura en el banquillo de Flick.

El tramo final estuvo marcado por la tensión, las expulsiones y la polémica arbitral, pero nada pudo empañar el triunfo azulgrana. El Barça, que había sido superior en el global, supo rehacerse ante la adversidad y levantó su 32ª Copa del Rey, la primera de la era Flick y el primer paso hacia un posible triplete.

En la noche sevillana, la reina de las copas volvió a elegir al Barcelona. Y lo hizo en una oda al fútbol, con todos los ingredientes que hacen de este torneo una leyenda: épica, remontadas, héroes inesperados y, sobre todo, la pasión de dos colosos que engrandecieron la final más esperada.

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