El escenario musical español amaneció hoy teñido de una tristeza especial tras conocerse la muerte de Manuel de la Calva, a los 88 años uno de los pioneros indiscutibles del pop nacional. Estaba enfermo de fibrosis quística, que le fue detectada hace ahora tres años. En Pamplona fueron numerosas sus visitas, las últimas en el escenario del día de los mayores en Sanfermines, pero tambien en auditorios como en Baluarte.
Manolo de la Calva, mi amigo del alma, más que hermano, compañero de cien aventuras y de mil canciones nos ha dejado hoy.
— Dúo Dinámico Oficial (@DD_ManoloRamon) August 26, 2025
No lloréis por él, no le gustaría. Fue el alma de Dúo, siempre alegre, optimista, positivo. Cantad con él en esta despedida.
Gracias por tanto, amigo. Ya… pic.twitter.com/C6SH8RSvFw
Hijo de una familia obrera barcelonesa, Manolo encontró su destino artístico casi por casualidad, entre motores de aviación y conciertos improvisados en clubes de jazz de Barcelona, donde el brillo de Tete Montoliu y la energía de la juventud marcaron su carácter indómito y esperanzado.
El Dúo Dinámico, formación que compartió durante más de medio siglo con Ramón Arcusa, supo bailar entre la inocencia de los primeros amores y la contundencia de los grandes éxitos populares. Juntos asistieron al nacimiento del fenómeno fan español y llevaron sus voces, y las de un país entero, más allá de las fronteras. Aquellas canciones, que nacían entre el bullicio de la ciudad y largas noches de ensayo, pronto se convirtieron en banda sonora de generaciones que aprendieron a vivir, resistir y soñar con su música.
Manolo de la Calva no fue solo un talento en los escenarios: la elegancia de su composición, la audacia de sus letras y una dedicación casi artesanal a la producción influyeron profundamente en compañeros de profesión y heredaron himnos como “La, la, la” o “Resistiré” al imaginario colectivo. Más allá del brillo de los focos, quienes lo conocieron subrayan un carácter cercano, discreto, familiar, fiel a sus raíces y a su Barcelona natal, donde se forjó entre el deporte y el trabajo diario, antes de conquistar el mundo a base de melodías.
Hoy, el adiós a Manolo es también un tributo a una época en la que la música era encuentro y resistencia, consuelo y celebración colectiva.