Flamenco On Fire ha cerrado su duodécima edición con un éxito sin precedentes: 69.000 asistentes a lo largo de ocho días y 49 actividades repartidas en 22 escenarios de Viana, Tudela y Pamplona. Bajo el lema Una historia del flamenco, primera parte de una trilogía que recorrerá las raíces y la evolución del arte jondo, el festival ha vuelto a confirmar su madurez como cita imprescindible del calendario cultural europeo.
La guitarra y el cante fueron los ejes de una programación que tampoco dio la espalda al baile, con un cartel intergeneracional en el que convivieron leyendas como Macanita, Duquende, Tomatito o Pepe Habichuela, junto a talentos emergentes como Yerai Cortés, Alba Heredia, El Bola, Esmeralda Rancapino o José del Tomate.
El ciclo de Grandes Conciertos reunió momentos memorables: desde el homenaje a Pepe Habichuela en Alzapúa III hasta la intensidad de José Valencia en Viana, la apertura de Esperanza Fernández en Tudela, o el cierre de lujo con Tomatito, que rindió tributo a Camarón de la Isla. En paralelo, el público abarrotó los balcones, patios y plazas en los ciclos gratuitos, convertidos ya en la seña de identidad del festival.
El cartel conceptual, dedicado este año a la pelota vasca, encontró su eco en el homenaje celebrado en el frontón de La Mañueta y en el certamen audiovisual Electro on Fire, que en su segunda edición con Radio 3 apostó por la fusión entre flamenco, imagen y tecnología.
Las cifras confirman la dimensión alcanzada: un 74% de ocupación media en teatros, cuatro “sold out” (Yerai Cortés, Los Planetas, Duquende y Alba Heredia) y una repercusión mediática de casi 900 noticias publicadas y un valor estimado en comunicación de 29,7 millones de euros. La 2 de RTVE emitirá un programa resumen el próximo 24 de septiembre.
En redes sociales, el impacto ha sido igualmente histórico, con más de 2.529 millones de impresiones en Instagram (+120% respecto a 2024), 318.000 personas alcanzadas (+190%) y un crecimiento notable en seguidores en todas las plataformas.
Flamenco On Fire 2025, marcado por el recuerdo constante a Sabicas y por el cruce entre legado y vanguardia, ha dejado claro que el flamenco no solo emociona: también une territorios, generaciones y lenguajes. Navarra vuelve a erigirse, así, en epicentro internacional de lo jondo.