Hay lugares donde el tiempo parece ir más despacio, donde cada sonido es más nítido y la calma no es un lujo, sino una constante. Formentera es uno de esos enclaves donde la sencillez adquiere otra dimensión. Lejos del ruido y la inercia turística, se despliega una isla que guarda intacta su esencia mediterránea.
En su extremo suroeste, entre sabinas y pinares, se encuentra Es Cap de Barbaria, un paisaje árido y evocador que inspira retiro y contemplación. En este entorno único, Can Corda presenta su propuesta de casas vacacionales en Formentera, una invitación a reconectar con lo esencial desde alojamientos cuidados, con arquitectura local y todas las comodidades necesarias para una estancia memorable.
Cinco casas independientes con alma mediterránea
Can Corda está formado por cinco alojamientos singulares: Casita, Piedra, Romero, Lavanda y Santolina. Cada uno de ellos responde a un estilo auténtico, en armonía con el paisaje que lo rodea.
Estas casas vacacionales en Formentera se caracterizan por su arquitectura tradicional, que combina muros de piedra, vigas de madera, enlucidos de cal y tejados planos, elementos que protegen del calor estival y conservan la frescura interior de forma natural. Todas las viviendas cuentan con amplias estancias, cocinas completamente equipadas, sistemas de seguridad, conexión a internet, salones confortables y detalles decorativos que refuerzan su carácter local.
Algunas, como Romero, Lavanda o Santolina, disponen de piscina privada y solárium, lo que permite disfrutar del clima de la isla sin renunciar a la intimidad. Piedra, por su parte, ofrece una experiencia más recogida, inmersa entre sabinas, y Casita recupera el espíritu original de las casas rurales tradicionales de Formentera, sin renunciar al confort.
El acceso a cada una de ellas se realiza a través de un camino asfaltado que atraviesa un paraje natural prácticamente intacto, lo que garantiza privacidad y una desconexión total para quienes buscan escapar del ritmo acelerado.
Es Cap de Barbaria: paisaje, historia y una herencia familiar centenaria
Can Corda no solo es un conjunto de alojamientos; es también el reflejo de una historia familiar arraigada. Las viviendas pertenecieron a Esperanza y Damián, una pareja nacida en Cap de Barbaria en 1900, dedicada a la agricultura y testigo de los primeros visitantes que llegaron a la isla en los años setenta. Décadas más tarde, sus nietos decidieron rehabilitar las propiedades y destinarlas al alquiler vacacional, manteniendo intacto el valor patrimonial de las construcciones y respetando la fisonomía del entorno.
La finca está situada a pocos kilómetros de Sant Francesc, la capital de la isla, y de Cala Saona, considerada una de las playas más emblemáticas por su arena fina y sus aguas turquesas. Desde Can Corda también es posible acceder a pie o en bicicleta al faro de Es Cap de Barbaria, uno de los puntos más visitados de Formentera, famoso por sus vistas y su valor simbólico.
Esta combinación de tradición, diseño mediterráneo y proximidad a enclaves naturales convierte a Can Corda en una propuesta que encaja con quienes buscan vivir la isla desde una perspectiva serena, estética y profundamente conectada con su identidad.