Bajo la tranquila plaza de Santa Ana podrían esconderse fragmentos de la historia de la ciudad que abarcan más de mil años. Desde posibles enterramientos tardoantiguos hasta restos industriales del siglo XIX vinculados a la fundición Pinaquy o incluso una antigua nave de lejías, el subsuelo del Casco Viejo promete convertirse en un nuevo yacimiento clave para entender la evolución urbana de Pamplona.
Durante el pasado mes de julio, un estudio con georradar permitió detectar varias anomalías en el terreno que apuntan a estructuras enterradas de distintas épocas. Ahora, el Ayuntamiento de Pamplona prevé realizar en noviembre cuatro catas arqueológicas —de tres metros por tres— para localizar, documentar y valorar estos restos, que podrían ser incorporados o incluso musealizados dentro del proyecto de reurbanización de la plaza, conocido como ‘Basoa’.
Restos que abarcan siglos de historia
Los indicios más antiguos apuntan a tumbas tardoantiguas, similares a las halladas en la rehabilitación del Palacio del Condestable. A ellas podrían sumarse los vestigios de un gran edificio porticado, anterior a la revolución industrial, del que podría proceder el fragmento de columna hexagonal conservado en la zona y del que apenas hay referencias documentales.
Pero el subsuelo también guarda huellas de la Pamplona industrial del siglo XIX. En la trasera de la calle Mayor 16, los registros electromagnéticos han detectado estructuras circulares que podrían corresponder a hornos y fraguas de la fundición Pinaquy, una de las primeras factorías metalúrgicas de la ciudad. Junto a ella, se cree que podrían localizarse restos de Lejías El Tigre, otra instalación fabril de la época.
Además de las tres catas inicialmente previstas, se ha añadido una cuarta excavación a raíz de los resultados del georradar. Esta se situará en las traseras de Jarauta 27, donde los antiguos planos de la factoría Pinaquy situaban un alto horno y un cubilete vinculados a su maquinaria de vapor. Si se conservan en buen estado, se plantea incluso su musealización como testimonio del patrimonio industrial pamplonés.
Participación ciudadana y supervisión arqueológica
La Institución Príncipe de Viana, responsable de la protección del patrimonio, supervisará los trabajos, ya que la zona se encuentra dentro de la “Área Arqueológica A” de Pamplona. Los resultados de los sondeos se conocerán a finales de noviembre y permitirán determinar la entidad y conservación de los hallazgos.
El proyecto también prevé implicar a la ciudadanía, como ya se hizo en anteriores excavaciones de 2018 y 2019, para divulgar la arqueología urbana y compartir los descubrimientos con el vecindario.
Un modelo de regeneración con memoria
‘Basoa’, diseñado por un equipo multidisciplinar liderado por Jokiñe Crespo, Laura Hernández, Ignacio Cordero y Santiago Virto, fue elegido por su capacidad de integrar aportaciones vecinales y su enfoque flexible. El Ayuntamiento ha solicitado a sus responsables que incorporen los elementos arqueológicos relevantes dentro del diseño definitivo de la plaza, que tendrá una superficie de 3.768 metros cuadrados.
El objetivo es que la futura plaza de Santa Ana combine espacio público renovado y memoria histórica, en una actuación que se enmarca en el modelo de regeneración urbana participada que el Consistorio impulsa en el Casco Viejo.
Si se cumplen los plazos, la licitación de las obras se convocará en 2026 y la ejecución se desarrollará entre 2026 y 2027. Cuando finalicen, Pamplona no solo ganará una plaza más amable y habitable, sino también un nuevo capítulo en el conocimiento de su pasado, desde las necrópolis antiguas hasta la revolución industrial.