Durante el curso 2023-2024, en España había 58.540 estudiantes identificados con altas capacidades intelectuales, según datos del Ministerio de Educación. De ellos, 1.039 cursaban sus estudios en Navarra, lo que representa solo un 0,84% del total de alumnado matriculado en enseñanzas no universitarias.
Sin embargo, según César Arellano, director del Centro Renzulli y profesor del Máster en Intervención Educativa y Psicológica de la Universidad de Navarra, estas cifras distan mucho de reflejar la realidad: «Todavía quedaría un 65% del alumnado sin identificar partiendo de estimaciones conservadoras, o en torno a un 93% si partimos de planteamientos más actuales».
Arellano explica que la variabilidad de los datos depende de los criterios utilizados para detectar a este tipo de estudiantes. El modelo tradicional, que estimaba que solo el 2% de la población presentaba necesidades educativas por altas capacidades, «es actualmente minoritario a nivel normativo y no se ajusta a la realidad de las aulas».
«Sabemos que cuando se implementan correctamente, un porcentaje mayor —más del 10%— se beneficia de facto de las medidas educativas tradicionalmente contempladas en exclusiva para lo que se denominaba superdotación. La clave radica en saber priorizar las necesidades reales de nuestros alumnos por encima de la etiqueta empleada por el sistema», subraya el experto.
Detección y atención temprana
Entre los indicadores cualitativos que pueden apuntar a un alto potencial intelectual, Arellano destaca «un lenguaje avanzado y preciso, el idealismo, la sensibilidad a los detalles, la rapidez de aprendizaje y una curiosidad extrema acompañada de intereses propios de personas más mayores».
El especialista insiste en la importancia de la detección temprana por parte del profesorado y de una atención educativa adaptada a estas características. «Si queremos que su curiosidad y su buena actitud hacia el aprendizaje no desaparezcan y que sean capaces de persistir ante tareas poco atractivas, debemos ofrecerles aprendizajes retadores y significativos», señala.
Arellano defiende una mayor flexibilización del sistema educativo, que permita a estos alumnos compartir espacios de aprendizaje con compañeros de intereses similares, al margen de su edad. «A menudo, las medidas con mayor respaldo científico se plantean como último recurso, cuando todo lo demás falla. Atender a este alumnado exige mucha creatividad y ‘mano izquierda’. Cuanta más rigidez haya en horarios, currículo o metodología, menor será la capacidad para atender eficazmente a estos estudiantes o a la diversidad del aula en general», advierte.
Nuevo diploma de la Universidad de Navarra
Con el fin de dar respuesta a esta necesidad, la Universidad de Navarra ha puesto en marcha el Diploma Experto en Alto Potencial Intelectual, un curso online que comenzará en enero de 2026. Está dirigido a profesionales del ámbito educativo, docentes en activo, orientadores, responsables de asociaciones y otros graduados interesados en las altas capacidades.
«La excepcionalidad intelectual es una de las necesidades específicas de apoyo educativo más ignoradas en la actualidad y esto supone un gran reto tanto para los centros educativos como para las familias y los propios estudiantes», concluye Arellano.







