Corría el estío de 2015 cuando el Instituto Panamericano de Tampico cruzó el umbral de la historia académica mexicana. Aquella fecha quedó grabada como el instante en que, por vez primera, una institución de educación básica en México, se atrevió a desafiar los cánones internacionales en un certamen internacional de robótica. No fue fruto del azar, sino la consecuencia natural de una hegemonía previa: dos laureles nacionales consecutivos, cimentados en Querétaro y el Estado de México bajo la égida de la Asociación Americana de Robótica y el Tecnológico de Monterrey.
El éxito del centro reside en una arquitectura pedagógica tan audaz como eficaz. Según su directora, la ingeniera y exatec Georgia Ana Gochicoa Humphries, la clave no es otra que la integración de la robótica como materia escolarizada desde el maternal hasta la secundaria. En sus aulas, las matemáticas se despojan de su aridez para transformarse en un juego lúdico, creativo y sobre todo divertido. Fue precisamente esa pericia la que les permitió alzarse con el segundo puesto internacional, tras derrotar en una eliminatoria épica al coloso estadounidense, el rival a batir por antonomasia.
Aquel despliegue de talento cautivó las miradas del Space Center de la NASA. Figuras como Javier Montiel de la International Aerospace Academy reconocieron en el IPT un aliado estratégico, integrándolo en un selecto círculo de colegios que respiran el modelo STEM en cada lección. De la mano de docentes excepcionales —nombres que ya resuenan en el ecosistema científico como la astronauta Aymette Medina, Dianea Philips, Valeria Rodríguez o Brian Ewenson—, el instituto incorporó las Astrociencias a su currícula. En este firmamento destaca la ingeniera Brenda Vázquez, quien ostenta el orgullo de ser la primera mujer latinoamericana embajadora de la Space Foundation a través del Teacher Liaison Program.
Cada año, el instituto participa en la capacitación de docentes en el Space Center, lo que le permite actualizar sus aulas con contenidos de astrociencias de vanguardia. Uno de sus mayores orgullos es su observatorio espacial escolar, único en una institución de educación básica en México.
Recientemente, el instituto recibió la visita de Iván Rodríguez, Vicepresidente del Space Center Houston. Sus ojos fueron testigos de cómo el conocimiento científico se derrama desde la más tierna infancia hasta la adolescencia. Se detuvo con especial interés en el proyecto Hand Paragon, una iniciativa donde la programación en Tinkercad y Blender se funde con la impresión 3D para crear prótesis para niños, hechas por niños. Es, en esencia, utilizar la sabiduría de la agencia espacial para sanar realidades locales.
Hoy, otro equipo de estudiantes trabaja en el diseño de un edificio autosustentable que albergará una cafetería, una bodega y un salón de debates bajo el modelo de Naciones Unidas. Inspirados en la curricula del Space Center, buscan replicar en la Tierra lo que algún día serán los hábitats espaciales.
Así, el Instituto Panamericano de Tampico no solo escribe sus páginas en la historia de la educación mexicana, sino que también proyecta hacia el futuro un mensaje claro: la ciencia y la solidaridad, cuando se enseñan desde la infancia, son capaces de transformar el mundo.








