Miles de personas se dieron cita este 27 de diciembre en Atarrabia para participar en la primera edición de ASKE, el nuevo festival que recoge el testigo de Hatortxu Rock y abre una nueva etapa en la música y la movilización popular en Euskal Herria. El nacimiento de ASKE no es solo un relevo generacional, sino también una apuesta renovada por la reivindicación de la libertad colectiva, la cultura vasca y los valores transformadores de la sociedad.
El festival ha sido posible gracias al trabajo de más de 600 personas voluntarias, que se han organizado mediante el auzolan, demostrando una vez más la capacidad del pueblo para construir espacios propios desde lo colectivo. Desde primera hora, el ambiente en Atarrabia fue de celebración, compromiso y emoción compartida.
A las 21:45 horas tuvo lugar el acto central, cuya lectura corrió a cargo de Nerea Eugi y Oihan Ekiza, miembros de la organización. El momento estuvo acompañado por las intervenciones de los bertsolaris Ekhiñe Zapiain y Xabat Illarregi, recién proclamado txapeldun de Nafarroa. Entre gritos de independentzia y el entusiasmo del público, el acto concluyó dando paso a la música, con Merina Gris inaugurando los conciertos sobre el escenario.
Durante el comunicado, la palabra libertad ocupó el eje central del mensaje. Una libertad entendida no como un concepto individualista, sino como un proyecto colectivo que ha atravesado durante décadas la historia de Euskal Herria: desde la lucha por el euskara, la creación de ikastolas y euskaltegis clandestinos, hasta las huelgas generales, el movimiento feminista, la autodefensa y las movilizaciones sociales que han marcado al país. El texto recordó episodios clave de la memoria colectiva y subrayó que el pueblo que canta, baila y se organiza sigue vivo.
ASKE se presentó como un espacio "alegre, rebelde, euskaldun, anticapitalista, feminista y antifascista, un refugio para quienes creen en la libertad colectiva frente al avance del neoliberalismo y el individualismo". La organización quiso destacar que "este nuevo camino no olvida el legado de Hatortxu Rock"-el festival que recaudaba fondos para los familiares de los presos-, agradeciendo expresamente a todas las personas que durante años sostuvieron aquel proyecto, nacido en un contexto marcado por la dispersión y la represión.
El festival también asumió el compromiso de responder a las nuevas necesidades del momento actual, manteniendo viva la reivindicación de que "todas las personas presas y exiliadas puedan volver a casa y vivir con dignidad". En ese sentido, se recordó la próxima cita del 10 de enero en Bilbo, como "continuación del trabajo político y social más allá de los escenarios".
El acto incluyó, además, un mensaje de solidaridad con el pueblo palestino, recordando que "la libertad que se reivindica para Euskal Herria es inseparable de la defensa de otros pueblos oprimidos en el mundo".






