El Observatorio Vasco de la Juventud ha presentado el informe "Claves de la Emancipación en Euskadi", un documento que sintetiza los factores que dificultan la salida temprana del hogar familiar. El estudio confirma que la edad media de emancipación en Euskadi se sitúa en 29,8 años, una cifra que supera en tres años y medio la media europea (26,2 años). Los jóvenes vascos, que consideran ideal emanciparse a los 24,6 años, se ven obligados a demorar su independencia debido a la prolongación de los estudios, las complejas condiciones laborales y el elevado coste de la vivienda.
El Departamento de Bienestar, Juventud y Reto Demográfico ha catalogado la emancipación juvenil como una prioridad estratégica. El viceconsejero Xabier Legarreta ha señalado que el objetivo de la Estrategia Vasca de Emancipación es lograr que la tasa de emancipación se aproxime al 50% en 2030 (media UE: 50,9%) y reducir la edad media por debajo de los 28 años. Para ello, el Gobierno Vasco ha implementado medidas como las ayudas Emantzipa, que ya han superado las 9.000 solicitudes en año y medio, y el programa Gazteaval para la compra de vivienda.
Salarios y coste de la vivienda: un muro para la independencia
El informe detalla que el salario neto medio de la juventud asalariada (18 a 34 años) en 2024 asciende a 1.564 euros mensuales (incluidas pagas extra), un ligero incremento respecto a 2023. Sin embargo, este sueldo resulta insuficiente para afrontar el coste de la vivienda.
Según el cálculo teórico de acceso individual:
-
Propiedad (hipoteca): Una persona asalariada tendría que destinar el 64,2% de su salario neto al pago de la primera cuota de la hipoteca. Esta cifra duplica el límite máximo de endeudamiento del 30% que establecen las entidades financieras.
-
Alquiler: Los jóvenes de este tramo de edad deberían destinar el 52,4% de su salario neto si quisieran emanciparse en solitario, superando también el límite admisible de endeudamiento.
El informe subraya que las mujeres jóvenes, con salarios inferiores a los hombres, se enfrentan a un mayor coste teórico de acceso a la vivienda.
Impacto emocional y social del retraso
El retraso en la emancipación no solo tiene consecuencias económicas, sino también un impacto directo en la salud mental de la juventud. El estudio muestra que los jóvenes de 25 a 29 años que creen que no podrán emanciparse en un año valoran peor su salud mental (6,8 sobre 10) que quienes sí lo ven probable (7,2).
Además, la emancipación tardía es un factor determinante en el retraso de la maternidad y paternidad. El 32% de los jóvenes que desean tener hijos creen que no será a la edad que desean (media de 30 años), siendo este índice mayor entre las mujeres (36%).