La salud ha dejado de ser un terreno compartimentado. Ya no basta con mirar un síntoma de forma aislada ni con suponer que un dolor, un cansancio crónico o un problema digestivo es simplemente parte del día a día. Cada vez más personas descubren que aquello que notan en su cuerpo ―un dolor de cabeza persistente, una piel irritable, una regla irregular o un cansancio que no se va― tiene un origen más profundo y, en muchos casos, reside en un órgano al que durante décadas se le ha prestado poca atención: el intestino.
Ese es precisamente el territorio en el que trabaja Izaskun Irigoyen, nutricionista, creadora de Nutrizas y una profesional que ha hecho de la especialización su brújula.
Izaskun estudió Nutrición Humana y Dietética en la Universidad de Navarra. Salió de la carrera hace cinco años con una idea clara: quería comprender mejor cómo la alimentación podía impactar en problemas reales, cotidianos y a menudo silenciados. Su primera motivación nació del interés por la obesidad y los trastornos de la conducta alimentaria, pero el camino profesional la llevó a lugares inesperados.
“Mientras terminaba mi primer máster, me di cuenta de que me llegaban muchas mujeres con problemas hormonales”, recuerda. No eran casos aislados: menopausias especialmente sintomáticas, reglas muy dolorosas, amenorreas, ciclos completamente desregulados, resistencias a la insulina detrás de procesos que nadie conseguía explicar. Ese patrón repetido fue lo que la empujó a formarse en medicina de género y nutrición hormonal, un enfoque cada vez más necesario y, paradójicamente, aún poco extendido.
Pero su búsqueda no terminó ahí. Con los años, Izaskun empezó a observar que, detrás de muchas alteraciones hormonales, digestivas o inflamatorias, había un denominador común: la autoinmunidad. Decidió entonces adentrarse en un terreno complejo que exige una mirada profunda y global. Hace apenas unos meses terminó un máster de dos años en PNI clínica (psiconeuroinmunología), una disciplina que, como ella explica, “va directamente al origen de la patología”.
Y esa palabra ―origen― es la que vertebra su trabajo.
Cuando la persona no sabe qué le pasa
Una de las preguntas más habituales que escucha Izaskun en consulta es: “¿Cuándo debo acudir a un nutricionista?” Su respuesta es clara pero matizada. Por un lado, considera que cualquier persona, en algún momento de su vida, debería revisar sus hábitos alimentarios para comprobar si está haciendo las cosas de la mejor manera posible. Pero cuando la visita deja de ser opcional y se vuelve imprescindible, suele haber señales que lo indican.
“Muchos pacientes llegan por algo que, en principio, no está relacionado”, explica. “Quizá vienen para perder peso o para mejorar su rendimiento deportivo, y en la consulta descubro signos muy claros de un problema autoinmune”.
¿Como cuáles? La lista sorprende por lo cotidiana:
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Estreñimiento crónico que la persona ha “normalizado”.
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Hinchazón constante según qué alimentos.
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Dermatitis, eczemas, placas en el cuero cabelludo, picores sin causa aparente.
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Dolores de cabeza recurrentes.
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Rigidez matutina en manos o articulaciones que mejora durante el día.
Son síntomas leves, sí, pero persistentes. “Es muy habitual que la gente se acostumbre a este malestar y piense que es normal”, afirma Izaskun. Sin embargo, para ella son pistas claras de un intestino alterado, de una microbiota desequilibrada o de una reacción autoinmune que se está gestando en silencio.
El proceso: limpiar, regenerar, educar
El protocolo de trabajo en Nutrizas no se basa en milagros ni en restricciones eternas. Izaskun insiste en que no se trata de poner a una persona “a dieta”, sino de acompañarla en un proceso estructurado, coherente y progresivo. El objetivo no es sólo mejorar los síntomas, sino restaurar la función del cuerpo.
Todo comienza con la observación: entender el síntoma y valorar cuál puede ser su origen. En muchos casos se apoyan en analíticas generales que permiten ver el comportamiento de los sistemas inmunitarios: linfocitos, neutrófilos, monocitos. Otras veces se solicitan estudios de microbiota para detectar desequilibrios más concretos.
A partir de ahí llega la primera fase: la fase de limpieza.
“Cuando sospechamos un sobrecrecimiento bacteriano o un exceso de bacterias patógenas, lo primero es eliminarlas”, explica. Para ello se emplean sustancias quelantes que ayudan a arrastrar y reducir esa microbiota alterada mientras se retiran ciertos alimentos durante unas tres semanas.
Los alimentos que se eliminan suelen ser precisamente aquellos que, aunque saludables, son alimento también para las bacterias: manzana, cebolla, ajo, lácteos, legumbres, gluten o incluso algunos edulcorantes. No porque sean dañinos de por sí, insiste Izaskun, sino porque pueden alimentar en exceso a las bacterias equivocadas.
Tras esta fase llega la regeneración: volver a introducir alimentos estratégicamente, recuperar la capa mucosa del intestino, fortalecer la barrera intestinal y devolverle su capacidad selectiva. Esta etapa es clave, porque determina cómo va a reaccionar el cuerpo a largo plazo.
El último paso es la educación en hábitos.
“De nada sirve hacer todo este esfuerzo si después vuelvo a hacer lo que me enfermó”, añade. Por eso en Nutrizas trabajan para que la persona entienda el porqué de cada recomendación, encuentre una pauta realista y flexible, y aprenda a sostenerla en el tiempo.
¿Se pasa hambre? ¿Cuánto tarda en mejorar un paciente?
La respuesta corta es no y poco.
La larga la explica Izaskun con calma: “El intestino necesita treguas, no personas hambrientas”. Por eso las pautas de Nutrizas se basan en alimentos saciantes, comidas completas y cambios graduales. Nadie que haga siete comidas al día empieza de golpe con tres. La transición se guía por la propia saciedad del paciente.
¿Y el tiempo?
El primer mes ya se notan cambios. Al quitar la exposición a lo que provoca daño, la inflamación baja, el dolor disminuye, la hinchazón desaparece. El proceso completo suele requerir un mínimo de tres meses, más un periodo de mantenimiento.
El problema no es un ultraprocesado: es la frecuencia
Izaskun lo explica con una claridad que desarma:
“El problema nunca es una galleta en un cumpleaños o un helado en una comida con amigos. El problema es cuando dependo de esos alimentos”.
Ella no demoniza el azúcar ni los procesados por sí mismos, pero sí su consumo constante. Aun así, reconoce que cuando existe un problema serio de salud, las primeras fases requieren eliminar por completo esas exposiciones durante un tiempo.
Patologías que sí pueden mejorar
La lista es larga, y la esperanza también.
Izaskun ha visto mejorar a pacientes con:
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Colitis ulcerosa
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Colon irritable
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Enfermedad autoinmune tipo Hashimoto o lupus
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Artritis reumatoide
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Problemas hormonales severos
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Helicobacter pylori
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Gastritis crónica
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Amenorreas y dismenorreas incapacitantes
“Casi siempre hay luz”, asegura. Lo dice con prudencia, pero con la convicción de quien trabaja desde la evidencia y ha visto resultados.
El intestino, ese segundo cerebro olvidado
Si hay un mensaje que Izaskun repite a lo largo de la entrevista, es este:
“El intestino es el primer filtro. Si eso falla, todo falla”.
No es sólo una frase. La ciencia lo confirma: el intestino regula la inflamación, la absorción de nutrientes, la producción de neurotransmisores, la comunicación con el sistema inmune. Es, literalmente, un segundo cerebro. Un órgano que necesita descanso, alimentos adecuados y un entorno equilibrado para funcionar.
Pero pocas veces lo tratamos así.
“Estamos acostumbrados a vivir con síntomas que no son normales”, reflexiona Izaskun. “Nos hemos adaptado a no escuchar al cuerpo”.
Nutrizas nace justamente para eso: para devolver la escucha, la comprensión y el acompañamiento profesional a personas que llevan demasiado tiempo conviviendo con molestias que ya no deberían formar parte de su vida.
DATOS DE CONTACTO
Nutrizas – Izaskun Irigoyen
Dirección: Avenida de Pamplona 28, Barañain (Centro Sanitario Navarro, sala 4)
Teléfono: 670459389
Email: izaskunutricion@gmail.com
Instagram: @nutrizas_
Horario: De lunes a viernes, con atención flexible según necesidades del paciente.
Sábados con cita previa.








