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R.K. Yafa revive en Pamplona el espíritu de la caballería en las Navas de Tolosa

La novela plantea, a través de una trama de intriga, la posibilidad de que Alfonso VIII no muriera de forma natural sino víctima de un complot

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  • Foto R.K. Yafa_dama de la Orden de Caballería de la Jarra y el Grifo

El Salón Principal del Nuevo Casino de Pamplona fue ayer escenario de la presentación de la novela Yo, Rajel Ezra. La amante de Alfonso VIII, de la escritora R.K. Yafa. Acompañada por el historiador medievalista Íñigo Mugueta, de la Universidad Pública de Navarra, Yafa ofreció a los asistentes un viaje apasionante a uno de los momentos más decisivos de la historia peninsular: la batalla de Las Navas de Tolosa (1212), en la que combatió Sancho VII el Fuerte, rey de Navarra.

La novela plantea, a través de una trama de intriga, la posibilidad de que Alfonso VIII, rey de Castilla e hijo de la navarra Blanca Garcés, no muriera de forma natural tras su mayor victoria militar, sino víctima de un complot. En los siglos XI, XII y XIII, especialmente durante la Reconquista, el ideal de caballería exigía que un rey cristiano fuese también un combatiente activo dispuesto a luchar al frente de sus tropas, en un conflicto que no se entendía solo como político, sino como una auténtica cruzada religiosa. Aquel ideal caballeresco, que exigía al monarca y al noble combatir con valor también en defensa de su fe y su honor, no desapareció fácilmente de la cultura hispánica. En el siglo XV, el Paso Honroso de Suero de Quiñones, ocurrido en 1434 en plena Ruta Jacobea, del que también habla Yafa en su novela, prolongó esa misma aspiración a la excelencia caballeresca que ya animaba a los reyes cristianos en las campañas de la Reconquista. 

Así, en Las Navas, Alfonso VIII encabezó la primera gran carga contra las líneas almohades, arriesgando su vida en los momentos iniciales del combate, y, más tarde, Sancho VII lideró la brutal acometida final que rompió las cadenas que protegían el campamento del califa, un gesto que siglos después quedaría simbolizado en el escudo de armas del Reino de Navarra. Siglos después, en el Paso Honroso, Suero de Quiñones, sin ser rey, llegó a enfrentarse a sus contendientes con protecciones reducidas, en una demostración extrema de valor y entrega al ideal caballeresco. Con respecto a este evento, es interesante y novedosa la teoría que plantea Yafa referente al plan B que pudo ocurrir en Hospital de Órbigo (León), donde los códigos ocultos de la caballería llegaron a su máxima expresión.

En palabras de Íñigo Mugueta, "Yo, Rajel Ezra, es una novela de búsqueda personal, gracias a la cual el lector puede comprender cómo, en el presente, la Historia se nos aparece en cada esquina, a través de los relatos y el patrimonio legados por nuestros antepasados. En la búsqueda de sus propias raíces, la autora narra el encuentro con un pasado vinculado al Camino de Santiago, al espíritu caballeresco y a la figura de la legendaria amante judía de Alfonso VIII, Rajel Ezra".

En cuanto a Las Navas, la trascendencia de esta batalla quedó reflejada tanto en las crónicas cristianas como en las musulmanas, extendiéndose su eco desde Castilla, Navarra y Aragón hasta el norte de África, Roma, Alemania, Inglaterra y las cortes francesas. El arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada, presente en la batalla y testigo directo de los acontecimientos, escribió en su De Rebus Hispaniae que "nunca los reinos cristianos de Hispania conocieron mayor alegría ni ganaron trofeo más glorioso". En cuanto a las crónicas musulmanas, Ibn Idari, Ibn Abi Zar y Al-Maqqari expresaron en sus crónicas, respectivamente: "se abatió sobre al-Ándalus una calamidad sin igual en los anales del islam"; "la derrota de al-Nasir en Las Navas de Tolosa fue un golpe del que los musulmanes de al-Ándalus jamás pudieron levantarse" y "la jornada de Las Navas de Tolosa marcó el principio del ocaso del islam en al-Ándalus". Definitivamente, un acontecimiento cuya repercusión histórica sigue siendo objeto de análisis y reflexión.


 

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