El pasado 27 de septiembre, Dani, un jugador de 13 años del equipo cadete Amigó, sufrió un grave accidente durante un partido en el campo de fútbol de Puente La Reina-Gares. El joven impactó con la base de cemento de una de las vallas que delimitan el terreno de juego tras una jugada fortuita, lo que le provocó un severo traumatismo craneoencefálico que le llevó a estar ingresado seis días, tres de ellos en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Universitario de Navarra.
Según relatan sus padres en Diario de Noticias, el golpe fue duro y muy peligroso, tanto que en un momento de la crisis, Dani llegó a sufrir un ataque epiléptico y fue sedado e intubado. Aunque tras ser estabilizado y recibir atención médica logró salir de la UCI y volver a casa, los daños y riesgos derivados de la fortísima caída aún preocupan a la familia. Su madre destaca que temen por la integridad del joven si vuelve a jugar sin contar con medidas de seguridad adecuadas.
Este accidente revive las advertencias que el entonces Defensor del Pueblo de Navarra, Javier Enériz, lanzó hace ahora justo seis años, en noviembre de 2019, cuando recomendó al Gobierno Foral abordar esta problemática con una regulación clara para mejorar la seguridad en los campos de fútbol. En aquella ocasión, en una información adelantada entonces por Pamplona Actual se alertaba sobre la necesidad de actuar para proteger a los futbolistas de estos riesgos totalmente evitables.
Algunos clubes han aprovechado reformas recientes como el caso de Berriozar para eliminar los muros de hormigón, aunque todavía quedan algunos peligrosos.
Ahora, sería de desear que este suceso, unido a otro accidente con un joven futbolista del juvenil en Huarte, sirva para acelerar las medidas de protección en todos los campos navarros, evitando que otros jóvenes tengan que pasar por experiencias tan traumáticas y peligrosas como la de este cadete.
