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Casi la mitad de los pasajeros desconoce que puede reclamar indemnización si su vuelo se retrasa más de tres horas

Los retrasos en los vuelos encabezan cada verano la lista de reclamaciones de los viajeros

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El verano es temporada alta de maletas, aeropuertos… y también de retrasos. Sin embargo, casi la mitad de los viajeros ignora que tiene derecho a ser compensado económicamente si su vuelo se retrasa más de tres horas. Así lo revela una encuesta encargada por la Asociación de Consumidores de Navarra Irache a Cíes, que señala que un 42% de las personas no sabe que puede reclamar entre 250 y 600 euros en estos casos.

Los retrasos en los vuelos encabezan cada verano la lista de reclamaciones de los viajeros. La normativa europea es clara: siempre que un avión salga de la UE —o aterrice en ella operado por una aerolínea comunitaria—, si hay un retraso de más de tres horas, cada pasajero puede reclamar una compensación automática, que varía según la distancia del trayecto: 250 euros para vuelos de hasta 1.500 kilómetros; 400 euros para rutas dentro de Europa de más de 1.500 km o para vuelos de hasta 3.500 km; y 600 euros para trayectos de mayor distancia, aunque si la demora es de entre tres y cuatro horas, la cantidad puede reducirse a 300 euros.

Pero la realidad es que las aerolíneas rara vez pagan estas cantidades de forma automática: corresponde a los viajeros reclamarlas. Irache recuerda que los derechos del pasajero también amparan las cancelaciones de vuelos, salvo si se avisa con la antelación estipulada por la ley y se ofrece un plan alternativo que no suponga grandes demoras. Además, mientras los pasajeros esperan en el aeropuerto, la compañía debe hacerse cargo de ofrecer comida y bebida suficiente, y cubrir alojamiento y transporte si la espera obliga a pernoctar o prolongar la estancia.

Según la experiencia de Irache, las aerolíneas suelen escudarse en “circunstancias extraordinarias” para evitar pagar. Sin embargo, la justicia europea no acepta como tales las averías previsibles, los fallos de mantenimiento o los problemas operativos internos como la falta de personal, los retrasos en cadena o incluso huelgas de su propia plantilla.

A estas compensaciones directas se suman los posibles daños colaterales: noches de hotel perdidas, excursiones, billetes de tren o actividades reservadas que se malogran por la demora. En estos casos, el pasajero puede reclamar siempre que acredite el perjuicio, aunque no siempre es sencillo: muchas veces hay que acudir a los tribunales.

Mientras tanto, Europa planea recortar estos derechos. El Consejo de la UE ya ha dado luz verde a una reforma del reglamento que podría endurecer las condiciones para reclamar: se plantea que la indemnización baje a 300 euros para retrasos de más de cuatro horas en vuelos de menos de 3.500 kilómetros y a 500 euros para trayectos de más de 3.500 kilómetros si la demora supera las seis horas. Además, se abre la puerta a que las aerolíneas cobren por la maleta de mano si supera unas medidas mínimas.

Desde Irache insisten en que, ante cualquier retraso o cancelación, lo más recomendable es asesorarse cuanto antes para reclamar lo que corresponde: “Cada verano conseguimos indemnizaciones de miles de euros para viajeros que muchas veces no sabían ni que podían pedirlas”, recuerdan. La clave: guardar billetes, justificantes y toda la documentación posible. Reclamar puede ser engorroso, pero renunciar al derecho sale mucho más caro.

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