Cuando se habla de techno, muchos miran automáticamente hacia Berlín.
Berghain, la mística de la puerta, las filas interminables.
Otros reivindican Detroit, origen y genealogía.
Bruselas presume de catedrales industriales.
Pero mientras toda esa conversación gira en torno al escaparate global, existe un lugar que nunca entró en esa competencia.
Porque nunca lo necesitó.
En la Costa Brava, entre naturaleza salvaje y silencio real, se alza Rachdingue: el espacio que Salvador Dalí señaló como territorio para romper la realidad.
No hablamos de una discoteca. Hablamos de un enclave creado para desbordarse, sentir, alterar el estado y soltar lo que pesa.
Rachdingue no se visita. Se cruza.
Y es Somnia quien mantiene esa puerta abierta.
Dalí quería un lugar para trascender
Dalí entendió que la fiesta no es evasión. Es liberación.
Por eso Rachdingue está lejos de cualquier avenida urbana para separar la noche ritual de la noche espectáculo.
Aquí no se va a ver ni a ser visto.
Aquí se viene a desaparecer.
Somnia convoca el ritual
Hoy, el pulso, la narrativa y la intención del lugar los sostiene Somnia: un colectivo que entiende el techno como experiencia sensorial, no como entretenimiento.
Somnia no organiza eventos.
Somnia abre portales.
Y el próximo 13 de diciembre, abrirá el último portal del año.
Una cita única, que despedirá el año en uno de los espacios más simbólicos de la escena underground catalana.
Para los amantes del techno más puro, este encuentro es mucho más que una fiesta: es una experiencia que conecta música, cuerpo y entorno.
“La pista se convierte en un solo cuerpo.
La música no acompaña: guía.
Y el público deja de ser espectador para formar parte del ritual.”
— Gerard Costa, Somnia
Llegar ya es parte del ritual
Llegar a Rachdingue ya es parte de la experiencia.
No hay taxis alineados ni luces de neón.
El lugar está aislado.
Y debe estarlo.
Porque lo que ocurre allí no se explica. Se vive.
El 13 de diciembre, Somnia celebrará su última travesía del año, un encuentro que pondrá fin al calendario antes del silencio invernal.
Una noche para quienes entienden que el techno no es solo sonido, sino energía, conexión y transformación.




