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España acaricia el Mundial tras golear a Georgia (0-4)

La superioridad se plasmó en cada ataque

Celebración de uno de los goles

Celebración de uno de los goles

El 11 titular

España se marchó de Tiflis con una victoria rotunda, un récord histórico bajo el brazo y la sensación de tener ya un pie en el Mundial. En un Estadio Nacional Boris Paichadze vestido de rojo y blanco, la Selección de Luis de la Fuente firmó una exhibición imponente (0-4) ante Georgia, sostenida en la pegada de Oyarzabal —autor de un doblete en la noche de sus bodas de oro—, en la serenidad de Unai Simón y en un fútbol vertical e incisivo que asfixió a los locales desde el primer minuto.

El partido arrancó a tumba abierta. Ferran Torres avisó, Oyarzabal insistió y, en el minuto 7, la Selección encontró el premio. Un centro del valenciano golpeó en la mano de Gocholeishvili y el VAR confirmó la pena máxima. Oyarzabal, con la calma del que conoce el oficio, transformó el penalti para inaugurar el marcador y encender a un combinado español que olió sangre desde muy temprano.

La superioridad se plasmó en cada ataque. Baena estrelló un derechazo en el palo antes de que Zubimendi, tras un pase quirúrgico de Fabián, resolviera con una delicada picadita ante Mamardashvili. España jugaba cómoda, profunda, reconocible. Y aún habría más: pasada la media hora, Oyarzabal cambió su papel de goleador por el de asistente para servir a Ferran Torres el 0-3. El atacante del Barça, recién estrenado su dorsal 7, igualó a Di Stéfano y Sergio Ramos en el ranking de goleadores históricos con España. Casi nada.

Solo la inspiración de Mamardashvili impidió que Oyarzabal cerrase su segundo tanto antes del descanso. Pero la revancha llegó en la reanudación. Georgia amagó con estirarse, sin inquietar seriamente a Unai Simón, mientras España se mantenía fiel a su plan: atacar cuando tocaba y golpear cuando el espacio asomaba. Así llegó el 0-4: Ferran centró y Oyarzabal remató de cabeza, contundente, al palo largo. Partido sentenciado.

El tramo final dejó ocasiones para el recuerdo y para la anécdota. Borja Iglesias rozó el quinto; Unai Simón firmó una parada salvadora ante Kvaratskhelia; Gocholeishvili acarició el gol local con un tiro al poste. Nada alteró el marcador. España, sólida y voraz, cerró su trigésimo encuentro oficial seguido sin perder, superando el récord de la era Del Bosque (29 partidos en 2013) y manteniendo su portería imbatida en una fase de clasificación que roza la perfección: 15 puntos, 19 goles a favor, ninguno en contra.

La Selección vuela. Los números impresionan. Y el Mundial de 2026 ya asoma en el horizonte con la fuerza de una certeza. España está a un paso. Y, sobre todo, está muy bien.

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