La órbita hiperbólica de 3I/ATLAS lo ha llevado en los últimos meses a atravesar el Sistema Solar interior y a protagonizar un acercamiento “cósmicamente cercano” pero completamente seguro al entorno de la Tierra. Según la ficha oficial de la NASA, el cometa no pasará a menos de unas 1,8 unidades astronómicas de nuestro planeta —alrededor de 170 millones de millas o 270 millones de kilómetros—, una distancia casi doble que la existente entre la Tierra y el Sol.
3I/ATLAS fue detectado por primera vez el 1 de julio de 2025 por el telescopio del sistema de alerta ATLAS, financiado por la NASA y situado en Río Hurtado (Chile), y poco después recibió la designación de tercer objeto interestelar conocido, tras 1I/ʻOumuamua y el cometa 2I/Borisov. La trayectoria, extremadamente abierta y con excentricidad superior a 1, confirmó que no está ligado gravitacionalmente al Sol y que se trata de un visitante de otra región de la galaxia.
Los cálculos de órbita indican que el cometa alcanzó su punto más cercano al Sol a finales de octubre, a unas 1,4 unidades astronómicas, ligeramente por dentro de la órbita de Marte, antes de dirigirse hacia su máxima aproximación a la Tierra alrededor del 19 de diciembre de 2025. A medida que se ha acercado, el núcleo helado ha ido desarrollando una coma brillante y una cola apreciable, aunque su magnitud lo mantiene como un objeto al alcance de telescopios medianos y no visible a simple vista para el público general.
Las estimaciones basadas en observaciones del Telescopio Espacial Hubble sitúan el diámetro del núcleo de 3I/ATLAS entre unos 440 metros y hasta 5,6 kilómetros, un rango de tamaño que lo equipara a muchos cometas del Sistema Solar, pese a su origen interestelar. Lejos de comportamientos “exóticos”, la NASA subraya que se trata de un cometa natural compuesto principalmente por hielos y polvo, cuyo comportamiento encaja con lo esperado para este tipo de cuerpos cuando se calientan al acercarse al Sol.
Para aprovechar esta oportunidad única, la NASA ha movilizado una “campaña de seguimiento a escala del Sistema Solar” que implica a una docena de misiones, desde observatorios solares como SOHO y STEREO hasta sondas planetarias y telescopios en el espacio profundo. Las imágenes de la misión PUNCH, por ejemplo, han captado al cometa como un punto brillante rodeado de una tenue envoltura, mientras otras plataformas aportan datos sobre su brillo, su pérdida de material y las características de su cola.
La ESA, por su parte, ha convertido a Marte en un “mirador adelantado” para seguir el paso del cometa. Entre el 1 y el 7 de octubre, los orbitadores Mars Express y ExoMars Trace Gas Orbiter observaron 3I/ATLAS durante su encuentro más cercano con el planeta rojo, lo que permitió refinar la órbita del objeto al combinar la perspectiva marciana con las mediciones realizadas desde la Tierra.
Gracias a ese ángulo privilegiado, la ESA ha logrado reducir en un factor diez la incertidumbre sobre la posición prevista del cometa, mejorando la precisión de los modelos que describen su trayectoria. Posteriormente, la sonda Juice, camino de Júpiter, ha iniciado su propia campaña de observación del cometa en una fase más activa, captando una brillante coma y una extensa cola, aunque la agencia no espera recibir todos los datos científicos hasta 2026.
Tanto la NASA como la ESA destacan el valor científico excepcional de este sobrevuelo. Estudiar un cometa interestelar permite comparar su composición con la de los cometas originarios de nuestra propia nube de Oort y comprobar si comparten ingredientes básicos —como agua, monóxido de carbono u otros volátiles— o si presentan firmas químicas distintas que apunten a condiciones de formación diferentes en otros sistemas estelares.
Los responsables de defensa planetaria también siguen de cerca el caso, aunque reiteran que la trayectoria de 3I/ATLAS no supone peligro alguno. Los datos recogidos ayudan a mejorar los modelos sobre cómo se mueven los objetos interestelares a través del Sistema Solar y a afinar las estrategias de detección temprana de cuerpos potencialmente peligrosos en el futuro.
Para el público, el paso de 3I/ATLAS se traduce más en un hito científico que en un espectáculo visual masivo. Los astrónomos recomiendan utilizar telescopios o, en el mejor de los casos, potentes prismáticos desde cielos oscuros para intentar localizarlo, mientras las agencias espaciales se preparan para compartir en los próximos meses algunas de las imágenes y resultados más detallados de este visitante fugaz en su única visita conocida a nuestro vecindario cósmico.







