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El Papa Francisco y su defensa de una economía más humana

Por Ignacio Ugalde, director de RRHH de Tafalla Iron Foundry S. Coop. y presidente de ANEL

Publicado: 26/04/2025 ·
08:51
· Actualizado: 26/04/2025 · 08:51

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  • Papa Francisco y las cooperativas


 

El reciente fallecimiento del Papa Francisco deja un enorme vacío en el corazón de millones de personas en todo el mundo. Su voz, clara y valiente, ha sido faro y guía en tiempos convulsos. Pero más allá del líder espiritual, Bergoglio ha sido también un defensor firme de otro modelo económico, uno que pone en el centro la dignidad de la persona y la justicia social: el modelo Cooperativo y de Economía Social.

A lo largo de su pontificado, Francisco habló con convicción sobre la necesidad de construir una economía diferente. Una economía basada en las relaciones y no exclusivamente en el beneficio, que promueva el bien común por encima del lucro. En palabras del propio Papa: “Solo si descubrimos que nuestra verdadera riqueza son las relaciones y no los meros bienes materiales, podremos encontrar formas alternativas de vivir en una sociedad que no esté gobernada por el dios dinero”.

Desde ANEL, la Asociación de Empresas de Economía Social de Navarra, compartimos sin reservas esta visión. De hecho, en el ADN del modelo cooperativo que defendemos y representamos están ya presentes todos esos valores: la centralidad de la persona, la democracia interna, la solidaridad, la transparencia, el compromiso con el territorio y el desarrollo humano sostenible.

Francisco definió el trabajo cooperativo como la concreción viva de la Doctrina Social de la Iglesia. Es decir, como la transformación de valores en hechos, en gestos visibles y útiles. Para él, la empresa cooperativa era ya un acto de fe en la justicia social. Por eso afirmaba que la cooperación va contra la mentalidad dominante del mundo: la que idolatra el capital, prioriza el beneficio inmediato y descarta a los más vulnerables.

El Papa insistía en que el éxito del modelo cooperativo reside en su doble alma: por un lado, la lógica empresarial; por otro, la solidaridad, tanto interna como externa. Por eso hablaba de que las cooperativas “desafían la matemática”, porque “en una cooperativa uno más uno da tres y un fracaso es medio fracaso”. Una imagen hermosa y poderosa de lo que ocurre cuando se trabaja en equipo, desde el compromiso y con corazón.

En ANEL lo vemos cada día: cooperativas, sociedades laborales, empresas de inserción, centros especiales de empleo, y otras formas de economía social están dando respuesta al paro y la precariedad laboral, creando y manteniendo empleo estable, de calidad, y con rostro humano. Y lo hacen, precisamente, porque no se rigen por la especulación ni por la maximización del beneficio a corto plazo, sino por la sostenibilidad y la redistribución de la riqueza.

El Papa Francisco habló con entusiasmo del cooperativismo como “una solución lenta pero segura” para salir de la crisis. Nos animó a crear nuevas empresas que respondan a las necesidades reales de las personas, especialmente de las mujeres y los jóvenes. Incluso fue más allá: pidió que las personas trabajadoras organizadas en cooperativas pudieran rescatar empresas en dificultades, revitalizarlas y gestionarlas colectivamente. Todo ello con un objetivo: avanzar hacia una “economía de honestidad”, que sane las heridas profundas que ha dejado la economía globalizada cuando no está al servicio de la vida.

Esa misma visión es la que compartimos cuando desde ANEL decimos que somos el modelo de empresa de la nueva sociedad que está naciendo ante nuestros ojos. Una sociedad más inclusiva, más diversa, más igualitaria, donde el desarrollo de la persona —no el capital— está en el centro. Y no es una utopía ni un sueño del pasado. Es un trabajo de todas y todos, un compromiso diario que se concreta en nuestras empresas, nuestras decisiones y nuestras comunidades.

El Papa Francisco también reivindicó la necesidad de armonizar el trabajo y la familia, de poner la economía al servicio de las personas y no al revés. En sus propias palabras: “Un miembro de la cooperativa no debe ser simplemente una persona trabajadora, debe ser siempre protagonista y debe crecer, a través de la cooperativa, como persona social y profesionalmente responsable”. No hay mayor definición del papel transformador de la empresa cooperativa.

Por eso, hoy más que nunca, cuando despedimos a este referente mundial, sentimos la responsabilidad de recoger su legado. Y no solo con palabras, sino con hechos. Porque como él dijo, citando el Evangelio, a veces basta con que cuatro personas se junten para llevar en camilla a alguien que lo necesita y encontrar la manera creativa y generosa de ayudarlo a sanar. Esa es, en el fondo, la esencia del trabajo cooperativo: cuidar de los demás, crear comunidad, transformar la realidad desde lo pequeño.

Gracias, Papa Francisco, por recordarnos que otra economía no solo es posible, sino que ya existe. Y que las cooperativas, con sus valores y principios, son una brújula para no perdernos. Desde Navarra, desde ANEL, seguimos caminando por ese sendero que usted iluminó con tanta fuerza: el de la justicia, la solidaridad y la esperanza.


 

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