El uso de productos farmacéuticos es común para tratar enfermedades humanas y animales, pero su eliminación incompleta provoca la presencia de contaminantes emergentes, bacterias resistentes y genes de resistencia en las aguas residuales.
Hasta la aprobación de la nueva directiva europea en noviembre de 2024, estos compuestos no estaban regulados específicamente. La nueva norma exige la implantación progresiva de tratamientos (denominados ‘cuaternarios’) en las depuradoras más grandes para eliminar estos microcontaminantes, con plazos que llegan hasta 2045.
NILSA, la entidad responsable del saneamiento en Navarra, lleva una década investigando tecnologías avanzadas para eliminar estos contaminantes, como la fotocatálisis, y ha participado en proyectos europeos como Outbiotics y EMERGENTcy. Estos estudios han confirmado la presencia de antibióticos y otros fármacos en aguas residuales y superficiales, aunque las depuradoras logran reducir su concentración antes de verter el agua tratada a los ríos.
Así, según una respuesta parlamentaria del consejero Óscar Chivite, al parlamentario de EH Bildu, Adolfo Araiz, desde 2021, NILSA realiza controles anuales en las principales depuradoras de Navarra, esto es Tudela, Bajo Ebro, Cintruénigo, Castejón, Bajo Ega, Bajo Arga, Tafalla-Olite y Estella-Lizarra.analizando unas 110 sustancias. La mayoría están por debajo del límite de cuantificación, pero unas 30 se detectan en concentraciones del orden de microgramos por litro. Los antibióticos más presentes son enrofloxacina, azitromicina, trimetoprima y sulfadiazina. Entre las más destacadas por su concentración figuran el paracetamol, metabolitos de amoxicilina, levofloxacina, ketoprofeno y venlafaxina.
¿Superbacterias en aguas residuales?
En cuanto a los hospitales, Navarrabiomed-Hospital Universitario de Navarra, trabajan conjuntamente en el desarrollo de un método de análisis de los genes de resistencia en las muestras, mientras que la Universidad de Navarra (UNAV), cuyo papel se centra en la identificación de bacterias resistentes a los antibióticos, informa de que se ha detectado una gran diversidad de estas bacterias resistentes en los colectores de aguas residuales y a la entrada de las estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR) durante la primera campaña del proyecto EMERGENTcy en 2024. Es interesante destacar que no se ha detectado ninguna bacteria resistente en los ríos y que su número disminuye considerablemente tras el tratamiento en las estaciones depuradoras.
En cualquier caso, los datos recabados demuestran según explicitaba NILSA que las aguas tratadas y vertidas a cauces naturales presentan niveles de microcontaminantes muy por debajo de los valores de referencia establecidos para aguas superficiales. Además, en todos los casos se ha observado una clara reducción entre las muestras tomadas a la entrada y las de salida de las depuradores, lo que evidencia la eficacia parcial de los tratamientos actuales frente a este tipo de contaminantes emergentes.
Lo que dice la nueva directiva
Hasta la reciente aprobación de la nueva Directiva europea sobre tratamiento de aguas residuales urbanas —en vigor desde enero de 2025—, los residuos farmacéuticos y cosméticos no estaban sometidos a una regulación específica que limitara su presencia en las aguas. Sin embargo, dicha normativa introduce los denominados tratamientos cuaternarios, orientados precisamente a la eliminación de microcontaminantes como estos residuos.
De acuerdo con el artículo 8 de la Directiva, estos tratamientos serán obligatorios en las estaciones depuradoras de aguas residuales con más de 150.000 habitantes equivalentes, y su implementación se irá escalonando progresivamente: un 20 % de ellas antes del 31 de diciembre de 2033, el 60 % para 2039 y el 100 % antes de 2045. En el caso de aglomeraciones urbanas con entre 10.000 y 100.000 habitantes equivalentes y consideradas de riesgo, la implementación también será obligatoria, empezando por el 10 % en 2033 y alcanzando el 100 % en 2045.
La identificación de las zonas de riesgo —como captaciones de agua para consumo humano, aguas de baño, zonas de acuicultura o espacios de la red Natura 2000— deberá realizarse por los Estados miembros antes de finales de 2030, mediante una evaluación del riesgo ambiental y sanitario asociado a los microcontaminantes presentes en las aguas residuales urbanas.
Por lo tanto, aunque hasta ahora no se disponía de estudios específicos desde el Gobierno o desde NILSA en esta materia, la nueva Directiva obligará a establecer dicha evaluación, lo que requerirá estudios detallados y un seguimiento sistemático de los microcontaminantes en los próximos años.