En una homilía cargada de emoción, compromiso social y raíces profundas en la tradición cristiana, el arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, Florencio Roselló, ha presidido esta mañana en la capilla de San Fermín, en la parroquia de San Lorenzo, la misa mayor en honor al patrón de Navarra. Como cada 7 de julio, Pamplona se ha vestido de blanco y rojo para rendir homenaje al santo, pero este año, Roselló ha querido ir más allá del júbilo festivo y lanzar un mensaje claro: “la fe no puede vivirse de espaldas a la realidad”.
En su primera homilía de San Fermín como arzobispo, Roselló ha reivindicado con firmeza el carácter cristiano y originariamente religioso de las fiestas. “San Fermín no se puede encerrar en esta capilla. Su eco de fe y gozo resuena en todo Pamplona y en toda Navarra”, ha proclamado ante una iglesia abarrotada.
Una llamada a la solidaridad con las familias afectadas por el cierre de BSH
En uno de los momentos más significativos de su intervención, el prelado ha tenido palabras directas de apoyo a los 660 trabajadores afectados por el inminente cierre de la planta de BSH en la comarca de Pamplona, así como a las cerca de mil familias que dependen de esos empleos, entre directos e indirectos.
“¿No se puede hacer algo más? ¿Se ha hecho todo lo posible?”, se ha preguntado en voz alta el arzobispo, apelando no solo a las autoridades sino a toda la sociedad navarra. Y ha añadido: “¿Puede la Iglesia hacer algo en esta situación?”. Una interpelación que busca movilizar no solo conciencias, sino también estructuras solidarias.
Compromiso contra la trata: “La Iglesia no mira hacia otro lado”
Otra de las denuncias centrales de la homilía ha sido la trata de personas, y especialmente de mujeres forzadas a la prostitución en Navarra. Roselló ha recordado que la diócesis ha habilitado un piso de acogida para víctimas de esta “lacra moderna de esclavitud”. “La Iglesia no mira hacia otro lado. Mira de frente a la pobreza y marginación, también al de la trata”, ha asegurado con determinación.
Paz para un mundo roto
El arzobispo también ha querido unirse al llamamiento del Papa León XIV, citando sus palabras del pasado mes de mayo sobre los conflictos que azotan al planeta: “El corazón de la Iglesia se desgarra al escuchar los gritos que llegan desde las zonas de guerra: Ucrania, Irán, Israel, Gaza…”. Ha pedido a los presentes rechazar “el atractivo peligroso de las armas sofisticadas” y trabajar como “artesanos de la paz”.
Un San Fermín con esperanza
Roselló ha recordado que San Fermín fue el primer obispo de Pamplona y un “pastor que no se alejó del rebaño”, comprometido con su tiempo y con el sufrimiento de su pueblo. “Fue emigrante, misionero, predicador, sanador y mártir. Vivió lo que anunciaba de palabra”, ha dicho, trazando un paralelismo entre la figura del santo y las necesidades del presente: “Pamplona necesita testigos como Fermín. Personas que vivan su fe sin vergüenza, con valentía, con alegría”.
En este Jubileo de la Esperanza convocado por el Papa Francisco, Roselló ha hecho un llamamiento final a vivir unas fiestas “en paz, convivencia, respeto y tolerancia”.
Con su intervención, el arzobispo ha dejado claro que, en medio de la música, el bullicio y los encierros, San Fermín sigue siendo un faro espiritual que ilumina los desafíos actuales de Navarra y del mundo.