SANFERMINES 2025: El encierro de la villavesa

EN DIRECTO DESDE LA CUESTA DE SANTO DOMINGO

Pamplona Actual

Álvaro Moyano, corredor del encierro: «Estos Sanfermines han sido un sueño, he podido coger toro todos los días»

Natural de Alcalá la Real (Jaén), con 24 años y varias temporadas en Pamplona, Moyano corre en Telefónica y callejón, donde vive cada encierro con respeto

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD

Álvaro Moyano Gámez

Álvaro Moyano Gámez

Moyano Gámez, en el centro de la imagen con un grupo de corredores

El nombre de Álvaro Moyano Gámez puede pasar desapercibido para muchos, pero en el mundo del encierro su figura va ganando presencia y respeto. A sus 24 años, este joven natural de Alcalá la Real (Jaén) lleva ya varias temporadas corriendo los encierros de San Fermín. En concreto desde 2019, donde solo falló en la pandemia. Lo hace en una de las zonas más exigentes: Telefónica y el callejón que da acceso a la plaza. Desde allí ha vivido, este 2025, una experiencia que califica sin dudar como «soñada».

«Este año ha sido un año soñado, como quien dice. Cada día ha sido una carrera diferente, con muchísima gente. Aunque es verdad que el día 14, por ejemplo, apenas había corredores y hemos podido disfrutar mucho más», explica Álvaro, aún con la adrenalina del último encierro. «Por mi parte, he podido coger toro todos los días y, además, he estado fenomenal con mis compañeros», añade con satisfacción.

Su historia con los Sanfermines empezó desde pequeño, cuando su madre le despertaba cada mañana de julio para ver el encierro por televisión. «Cuando terminaba me volvía a la cama, y así un año tras otro», recuerda. Fue tal la fascinación, que se prometió a sí mismo que, al cumplir los 18, viajaría a Pamplona. Y así fue. «Me vine solo, sin conocer a nadie, a la aventura. Estuve cuatro días hospedado en un hotel en Orkoien», relata.

Aunque su primer tramo fue más extenso, desde la curva de la Estafeta hasta la plaza, pronto se dio cuenta de que era demasiado largo y complicado. Por eso se asentó en la zona de Telefónica, desde donde se lanza al toro con técnica, experiencia y mucha observación. «Depende mucho de la ganadería. Hay toros más rápidos y otros más lentos. Yo veo todos los encierrillos, así puedo hacerme una idea de cómo se moverán por la mañana», detalla. Su técnica es clara: «Voy posicionándome poco a poco con pequeños saltos laterales hasta ponerme en el centro del vallado. Desde ahí valoro si vienen cabestros o toros en cabeza, y decido el momento de entrar».

Cada encierro lo vive con intensidad. No sale por las noches ni se permite excesos. «Necesito estar descansado, si no, la cabeza no responde», afirma. Forma parte de un grupo de 14 o 15 corredores con los que comparte análisis y experiencias, pero en el momento previo a correr prefiere recogerse: «Desde que salgo del Ayuntamiento hasta que llego a mi sitio, caliento y rezo. Me concentro en mi gente, en mis pensamientos. Luego, deseo suerte a todos, y a correr».

En estos cinco años, ha tenido también momentos difíciles. El peor, tras la pandemia, cuando sufrió una grave lesión. «Me pegué al vallado de la derecha, un error que me costó caro. Tres chavales se cruzaron para subirse, uno rebotó, yo no pude esquivar al toro y choqué con él. Me rompí el ligamento. Fue el mayor susto que he vivido», recuerda.

Durante el resto del año, siempre que el trabajo lo permite, sigue corriendo encierros por su tierra, andalucía, como en Darro o Dólar (Granada), y sueña con poder ir algún día a San Sebastián de los Reyes. «Depende de las vacaciones, pero sí, siempre que puedo me escapo. El sentimiento que provoca un buen encierro no se puede explicar. Es respeto, euforia, emoción pura».

Cinco años después de aquel primer viaje en solitario, Álvaro Moyano ya no es un desconocido. Es uno más de los que cada mañana se juegan el tipo en las calles de Pamplona, movido por una pasión profunda, por el respeto al toro y por la emoción de hacer una buena carrera. Y, como él mismo resume, por un sentimiento que le acompaña desde niño.

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN