Leído y releído el acuerdo alcanzado por el tripartito (PSN-GEROA BAI-BILDU) respecto a la resignificación del Monumento a los Caídos, me llama poderosamente la atención alguno de sus artículos, que a muchos familiares de víctimas nos suena más a propaganda partidista que al deseo de acercarse y acompañarnos en nuestra lucha y dolor. Dicen así:
Artículo 1: El Monumento a los Caídos (“Navarra a sus muertos en La Cruzada”, ese es realmente su nombre, que no se dice aquí) se erigió en 1942 para conmemorar y ensalzar el alzamiento golpista de 1936.
Hasta ahí nada más que objetar, porque es público y notorio que se construyó para recordar a las víctimas de quien ostentaba el poder. Y de qué otra manera podía imponer esa idea sino con el miedo y el silencio, como era la norma habitual. Está claro que por muchos cambios que se hagan, seguirá siendo el Monumento a los Caídos. Aunque la mona se vista de seda, mona se queda.
Artículo 5: Mostramos nuestro compromiso con los miles de víctimas del franquismo en nuestra tierra y establecemos que el reconocimiento, la justicia, la verdad, la reparación y la no-repetición son el principio rector que respecto a todas ellas mantiene el presente acuerdo y su posterior desarrollo.
Este artículo no tiene ningún sentido porque si estos partidos entienden como reparación hacer lo contrario que las víctimas desean, mentirles, ningunearlas, no escucharlas y –ya últimamente atacarlas para victimizarlas doblemente, lo han hecho muy bien, usando todos los resortes de poder que tienen a su disposición, desde cargos públicos a medios de comunicación, pasando por nuevos reconvertidos etc. (Ya se sabe que al que a buen árbol se arrima, igual le cae un cargo de “experto en nosequé”). Y todo esto, por cierto, usando nuestros impuestos, como no podía ser de otra manera.
Artículo 7: Dicho centro de denuncia del fascismo y por la memoria democrática se denominará “Maravillas Lamberto”.
Indignación total. ¿No había otro lugar de memoria? ¿No había otro nombre? Tan democráticos ellos, cuando de todo el mundo es sabido que la hermana de Maravillas, Josefina, siempre se postuló por el derribo del mamotreto, y dejó constancia de ello. Justicia poética lo llaman; imposición pura y dura, diría yo. Hubo momentos en que parecían entrar en razón: Asirón aseguró estar abierto a estudiar el cambio de nombre, para luego desdecirse y comentar que lo arreglaba con un café si Josefina viviera. Mejor sería que escuchase a sus familiares o incluso a su tutor, que sí tomaba cafés con ella.
Artículo 9: Acordamos presentar un cambio legislativo en la Ley Foral 33/2013 de 26 de noviembre de reconocimiento y reparación moral de las ciudadanas y ciudadanos navarros asesinados y víctimas de la represión a raíz del golpe militar de 1936 para dotar de seguridad jurídica a la transformación en el edificio.
Naturalmente, las enmiendas presentadas por las Asociaciones Pro-Derribo fueron todas rechazadas sin ninguna explicación (creo que ni siquiera las habían leído), visto lo cual el acuerdo me recuerda a las promesas de las campañas electorales.
Inexplicable parece que no se den cuenta (o quizá sí y no les importa) que no es una parte u otra la que ofende y duele a la mayoría de familiares, sino el todo en su conjunto. Ya está bien de tratarnos como víctimas de cuarta categoría y revictimizarnos de nuevo.
Mi desconfianza y decepción hacia el tripartito, tal y como han sucedido los hechos, es absoluta y creo que justificada. Como dice una compañera: nos clavan un puñal por la espalda y nos ofrecen una tirita para la herida.
Por cierto, hace ya más de cuatro meses enviamos un escrito al Ayuntamiento con nuestras razonas para solicitar el derribo del monumento. A día de hoy no se han dignado a dar una respuesta. Deben estar muy ocupados con sus cambalaches como para perder el tiempo con los familiares de las víctimas.
A pesar de todo, queremos estar con vosotros. Tenemos la mano tendida, pero así no. Con engaños, ¡no!; con imposición -conmigo o contra mí-, ¡no!; con insultantes artículos de viejas glorias, cargos políticos y nuevos iluminados, ¡no!; con editoriales sonrojantes de medios afines contra las asociaciones memorialistas, ¡no!; con explicaciones y diálogo, ¡sí!, pero aún estamos esperando alguna de estas dos cosas.
A tiempo estáis y si no, en el recuerdo quedará lo que cada cual hizo y qué intereses defendió, si los de las víctimas u otros que desconocemos.
Firmado
Carlos Urra de Andrés, sobrino de Pascual Urra Larreta, asesinado por los fascistas el 26 de julio de 1936 en Erreniega/El Perdón y todavía en la cuneta.