La sala de comisiones del Parlamento de Navarra vivió una de sus sesiones más intensas y conmovedoras la tarde de este miércoles. Carlos Ardanaz Baigorri, vecino de Olite y enfermo de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), narró ante los representantes de la Comisión de Salud, junto a su esposa María Gabriela García Barreras, el desgaste, sufrimiento y soledad que sufren las familias afectadas por esta devastadora dolencia neurodegenerativa. El objetivo: relatar en primera persona las carencias de la atención actual y pedir la aplicación urgente de las ayudas prometidas por la Ley ELA aprobada hace un año con carácter estatal sin que su aplicación y financiación hayan llegado aún a las familias.
“La ELA es devastadora, pero más aún la falta de recursos”
El largo relato —precedido por la intervención de bienvenida del presidente de la comisión, Mikel Asiain Torres (Geroa Bai)— expuso sin concesiones todas las dificultades que implica una vida dominada por la dependencia total, la ventilación 24 horas y la necesidad de cuidados constantes. María, esposa y cuidadora, relató entre lágrimas que ni las ayudas públicas ni los servicios sociales cubren los gastos reales ni el desgaste físico y emocional que asumen los cuidadores, apuntando: “Llegaré a tener que vender mi casa para poder seguir cuidando a mi marido; si seguimos así, ingresaremos los dos”. Destacó que su situación es la de muchas familias humildes que luchan sin descanso para poder mantener la calidad de vida de los suyos, reivindicando también el papel invisible de las mujeres cuidadoras.
Carlos, apenas con movilidad, reclamó desde su silla: “Yo quiero que cuiden a quien me cuida”, subrayando la urgencia de que el Estado y Navarra destinen recursos inmediatos y efectivos a la asistencia domiciliaria, fisioterapia y equipamiento especial. “No pedimos caridad, sino vivir una vida digna”.
Una respuesta política: empatía, pero también compromisos pendientes
Tras el impactante testimonio, los grupos parlamentarios reconocieron las insuficiencias del sistema y la lentitud en la aplicación de la Ley ELA. Hubo consenso en señalar que Navarra, por su régimen foral, podría y debería avanzar ya en complementar las prestaciones nacionales, reforzando las ayudas económicas y la cobertura de apoyos a domicilio. No faltaron autocríticas, promesas de unidad y gestos de admiración hacia la fortaleza de Ardanaz y su familia —“Sois un ejemplo de dignidad y solidaridad”, repitieron varias parlamentarias—, pero también ruegos para que la política foral actúe al margen de rivalidades partidistas, priorizando la atención humanitaria.
Las preguntas de los diputados apuntaron a estimar el coste real mensual para las familias, la exigencia de mejoras en los hospitales y la aplicación efectiva de nuevas partidas presupuestarias.
La intervención se cerró con un último llamamiento de María: “No tenemos tiempo; solo pedimos que se unan, voten y nos lleguen las ayudas, porque no queremos dinero, sino una persona cualificada para poder vivir y cuidar a nuestros seres queridos”.
La comparecencia de Carlos Ardanaz logró poner rostro y apellidos al drama de la ELA en Navarra y sirvió para que el Parlamento escuchara el sufrimiento de quienes “no piden privilegios, sino derechos básicos”, forzando un necesario debate sobre la humanidad y la urgencia en la gestión sanitaria y social de la región