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El 'Otoño Rojo' de la Serranía; Cañamares se consolida como destino fotográfico de temporada

Habitualmente, se considera el verano como la época estival por excelencia para visitar Cañamares debido a la fama de sus aguas cristalinas.No obstante,...

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Habitualmente, se considera el verano como la época estival por excelencia para visitar Cañamares debido a la fama de sus aguas cristalinas.

No obstante, fotógrafos paisajistas y amantes del turismo rural coinciden en señalar noviembre como el momento en el que este rincón de la Serranía despliega su mayor atractivo visual.

Durante estas fechas, el paisaje experimenta una metamorfosis cromática única en España, tiñendo el horizonte de un rojo intenso gracias al cultivo del mimbre.

Un paisaje efímero y singular

Cañamares se erige como el corazón de la llamada "Ruta del Mimbre". Justo antes de la recolección invernal, las varas de esta planta adquieren tonos bermellones, granates y cobrizos que contrastan violentamente con el verde perenne de los pinos y el azul del cielo serrano. El recorrido por la ribera del río Escabas en esta época supone adentrarse en un lienzo vivo.

Para aquellos viajeros que buscan huir de la masificación, esta temporada ofrece una experiencia de "slow travel" inigualable. Dado que el fenómeno es breve, resulta fundamental la consulta de la guía sobre qué ver en Cañamares, donde se detallan los accesos a estos campos de color previos a la poda.

Dormir dentro de la postal: Las Cabañas Llano de los Conejos

La singularidad de Cañamares trasciende sus cultivos. Integrado en este entorno se ubica un alojamiento que ha sabido interpretar el paisaje: las Cabañas Llano de los Conejos. Situadas estratégicamente frente a los propios campos de mimbre y a escasos 200 metros de la playa fluvial, estas construcciones de madera independientes actúan como un "balcón natural".

Su arquitectura nórdica se funde con el bosque, lo que posibilita la experiencia de despertar literalmente dentro de la postal otoñal. A diferencia del camping tradicional, el contacto con la naturaleza no implica aquí renunciar al confort. Las cabañas proporcionan un refugio con climatización total, garantizando el disfrute de la escarcha matinal desde la calidez de un salón acogedor.

Asimismo, su ubicación resulta estratégica: funciona como campo base idóneo para visitar en la misma jornada el Nacimiento del Río Cuervo, la Ciudad Encantada, el Mirador del Diablo o la Hoz de Beteta, con el regreso por la tarde a la intimidad del alojamiento. Se trata de una experiencia inmersiva a poco más de dos horas de Madrid o Valencia, visible únicamente durante unas pocas semanas al año.

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