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Pamplona Actual

El arzobispo Roselló reivindica en Javier una Navarra “abierta, acogedora y fiel al Evangelio”

En contraste con una sociedad “dividida y polarizada”, el arzobispo reivindicó los valores de acogida y convivencia

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El arzobispo en Javier

Homilia en Javier

El Castillo de Javier volvió a convertirse este 3 de diciembre en el epicentro espiritual de Navarra. Allí, durante la tradicional misa en honor a San Francisco Javier, el arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, Florencio Roselló, pronunció una homilía centrada en la figura del copatrono y en los desafíos de una comunidad “plural, diversa y a veces polarizada”.

Roselló recordó que regresar cada año a Javier es “volver a casa”, al lugar donde nació y creció un santo que, según destacó, “lo tenía todo para ser feliz a los ojos del mundo”, desde un futuro brillante hasta una sólida posición familiar. Pero su encuentro con Ignacio de Loyola transformó ese destino y abrió para él una vida completamente distinta. Aquella pregunta —“¿De qué te sirve ganar el mundo entero si pierdes la vida?”— no fue, según el arzobispo, un reproche, sino “una invitación a despertar”.

El prelado subrayó la amplitud de miras del misionero navarro, un hombre que no conoció fronteras y a quien “Dios le ensanchó el corazón para que cupieran todas las personas”. Ni el idioma, ni las culturas orientales, ni las distancias frenaron a Francisco Javier, que recorrió desde Goa hasta Japón, pasando por el sudeste asiático y soñando incluso con llegar a China antes de fallecer en la isla de Sancián.

En un mundo marcado por las diferencias, Roselló afirmó que el santo invita a mirar al prójimo “como tierra sagrada donde Dios quiere sembrar vida”, recordando que la dignidad de la persona está por encima de cualquier ideología o estigmatización. La evangelización de Javier, dijo, fue “integral”, centrada en dignificar, respetar y servir: “Evangelizar no es imponer, es proponer; es lavar los pies y amar hasta el extremo”.

El arzobispo destacó también la energía misionera de Francisco Javier, a quien definió como un hombre impulsado por el Evangelio que hizo suyas las palabras de San Pablo: “¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!”. Esa pasión le llevó a no conformarse con una vida cómoda: “Comprendió que el Evangelio no es una idea, sino un fuego”, afirmó Roselló, invitando a los presentes a reflexionar sobre cómo anuncian ellos hoy la fe en un contexto secularizado.

Navarra, una tierra diversa llamada al respeto

Coincidiendo con el Día de Navarra, Roselló dedicó una parte de su homilía a reflexionar sobre la identidad de la Comunidad Foral. Recordó que San Francisco Javier es una figura que “pone de acuerdo” a una Navarra plural, y que representa un estilo necesario para el presente: “De mirada amplia, brazos abiertos y conciencia recta”.

En contraste con una sociedad “dividida y polarizada”, el arzobispo reivindicó los valores de acogida y convivencia: “Navarra ha sido siempre tierra de paso, de peregrinos, de inmigrantes y de emprendedores que han encontrado aquí su hogar”. Ante esa realidad, se preguntó: “¿Tienen cabida hoy los valores de tolerancia, acogida y mirada amplia?”

Un homenaje a los misioneros navarros

La homilía incluyó un recuerdo especial para los casi 500 misioneros navarros que actualmente trabajan en distintos países, continuadores del espíritu javeriano. Roselló recordó que en otras épocas llegaron a ser más de un millar y que su presencia “internacionaliza la comunidad foral”, llevando “pañuelicos rojos y jotas navarras a lugares muy lejanos”.

El arzobispo afirmó que ellos encarnan hoy el legado de San Francisco Javier: “Sois ejemplo, vida de Evangelio y rostro de la Iglesia de Navarra en la misión”, escribió en su felicitación navideña a los misioneros. Aseguró, además, que probablemente la Iglesia navarra sea “la que más lejos llega de todas las Iglesias locales del mundo” gracias a su labor.

La celebración concluyó con un mensaje de esperanza en la capacidad de Navarra para mantener vivo el espíritu de su patrón: un espíritu de fe, respeto, acogida y compromiso con los más pobres.

 
 

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