Allí, Sara Mangado, con manos expertas y mirada perfeccionista, continúa un legado familiar con raíces profundas. La suya es una historia de oficio heredado, de amor por el detalle, y de un compromiso firme con la cultura de cuidar y conservar lo que merece la pena.
Un legado que se lleva en la sangre
A veces, los caminos no se eligen: se heredan. Es el caso de Sara Mangado, una joven zapatera que, aunque estudió Diseño Gráfico, acabó rendida al arte del calzado gracias al ejemplo de su padre. “Trabajé un tiempo con él, me enseñó el oficio y me encantó”, recuerda con una sonrisa. Su padre fue un referente en el barrio de la Milagrosa, donde abrió su primera zapatería tras años en la industria del corte y el calzado. Con el tiempo, trasladó su negocio a la calle Amaya, justo en la manzana del Mercado, donde hoy su hija ha tomado el testigo.
Sara abrió su propio negocio de reparación de calzado en la misma calle, y lleva un total de siete años y medio al frente de un proyecto que va consolidándose gracias a la confianza de una clientela fiel y a la calidad de su trabajo. “Hay personas que vienen desde diferentes pueblos de Navarra, no solo de Pamplona”, cuenta orgullosa.
El detalle como bandera
En el taller, Sara no está sola. Comparte faena con otro compañero, y entre ambos hacen lo que parece imposible: arreglar “lo que se puede y lo que la gente cree que no se puede”. Su filosofía es clara: cada zapato merece una oportunidad, siempre que tenga calidad suficiente para aguantar el proceso.
“Nos fijamos mucho en los detalles. Somos muy perfeccionistas, y ese es quizá nuestro valor diferencial”, afirma. La limpieza de los acabados, la precisión en la colocación de tapas, medias suelas o pegados, y la elección de materiales adecuados para cada reparación son elementos que se trabajan con mimo en cada encargo.
Además, el local cuenta con una zona de venta de productos especializados: desde cordones de todos los tipos (para trekking, elásticos, clásicos…) hasta plantillas deportivas, pasando por cremas hidratantes, cepillos, tintes, protectores para ante y abrillantadores. “Hay muchas personas que no saben cómo cuidar el calzado y aquí les asesoramos sobre cómo hacerlo bien”, añade Sara.
Comuniones, bodas y cambio de temporada: el calzado también importa
Una de las épocas de mayor movimiento para Reparación de Calzado Mangado son los cambios de temporada y los eventos especiales, como las comuniones y las bodas. “La gente suele traer calzado que solo se usa en ocasiones puntuales y quiere dejarlo perfecto para la celebración”, comenta Sara.
También ocurre lo contrario: cuando termina la temporada, muchas personas deciden poner a punto su calzado antes de guardarlo, especialmente botas de piel, calzado de vestir. “Hay clientes que limpian, tiñen, cambian tapas o suelas, y así el zapato está como nuevo cuando vuelve el frío o la ocasión de usarlo”, explica.
En este proceso, el asesoramiento personalizado es fundamental. “Cada pie es distinto, cada uso también, por eso no vendemos plantillas sin antes preguntar. Hay personas con fascitis, con dolor en el talón o con pisada irregular, y eso hay que tenerlo en cuenta para recomendar lo mejor”.
La pandemia y la nueva conciencia de reparar
La pandemia trajo consigo muchos cambios, y uno de ellos ha sido la manera de relacionarnos con lo que poseemos. “Ahora hay más cultura de reparación. Se nota que la gente joven también está empezando a valorar lo que tiene y a querer conservarlo”, reflexiona Sara. A eso se suma una tendencia creciente hacia el calzado más cómodo y saludable. “Se ha pasado mucho del tacón a la zapatilla, sobre todo entre las personas mayores”, señala.
Esta transformación en los hábitos de consumo ha generado un nuevo perfil de cliente, más consciente y dispuesto a apostar por la reparación antes que por la compra inmediata. “Nos encontramos con zapatillas de más de 100 euros que se tiran porque tienen un simple desgaste o una suela despegada. Con una reparación de cinco euros pueden durar mucho más”.
Sara también trata de romper con ciertos prejuicios. “Hay quien cree que solo los zapatos de piel merecen la pena ser arreglados. Pero hay otros materiales, como algunas lonas o sintéticos de calidad, que también pueden y deben tratarse con el mismo cuidado”, afirma.
Un oficio sin relevo, pero con mucho futuro
Pese a la demanda creciente, Sara reconoce que la suya es una profesión sin mucho relevo generacional. “Los hijos de zapateros ya no quieren continuar, y eso pasa en muchos oficios”, lamenta. A esto se suma una idea equivocada del sector, que todavía se asocia más con hombres que con mujeres. “Pero este no es un trabajo de fuerza. Es de atención al detalle, de mirar colores, formas… y en eso las mujeres también tenemos mucho que aportar”.
Ella es prueba viviente de ello. Consciente del valor de su oficio, no solo repara calzado: también rescata una forma de entender el mundo, donde lo útil no se desecha a la primera y donde el saber hacer se convierte en una forma de resistencia.
En su taller, cada costura, cada plantilla colocada, cada cepillado con mimo, es una pequeña declaración de principios. Porque en un mundo donde todo parece desechable, trabajos como el de Sara Mangado nos recuerdan que la belleza también está en dar nuevas vidas a lo viejo.
Reparación de Calzado Mangado – Datos de contacto
Dirección:
Calle Amaya, 23 – Pamplona, Navarra
Horario:
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Lunes a viernes: 09:30 – 13:30 y 17:00 – 20:00
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Sábados: 10:30 – 13:30
Contacto:
Instagram: https://www.instagram.com/reparaciondecalzadomangado/
