Seguir la dieta mediterránea, pero con menos calorías, más actividad física y apoyo profesional para perder peso, reduce un 31 % el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Así lo confirma el mayor ensayo clínico europeo en nutrición, PREDIMED-Plus, coordinado desde la Universidad de Navarra y en el que colaboran 22 universidades, hospitales y centros de investigación de toda España.
El estudio, publicado este lunes en la revista Annals of Internal Medicine, se ha desarrollado durante más de una década en más de un centenar de centros de atención primaria del Sistema Nacional de Salud. En él participaron 4.746 personas de entre 55 y 75 años con sobrepeso u obesidad y síndrome metabólico, sin antecedentes de diabetes ni enfermedad cardiovascular.
Los resultados muestran que el grupo que adoptó una dieta mediterránea hipocalórica (unas 600 kcal menos al día), sumada a un plan de actividad física moderada (caminar a paso ligero, ejercicios de fuerza y equilibrio) y seguimiento profesional, no solo redujo su riesgo de diabetes tipo 2, sino que perdió de media 3,3 kilos de peso y 3,6 centímetros de cintura. En cambio, el grupo de control, que siguió la dieta mediterránea tradicional sin restricción calórica ni recomendaciones de ejercicio, apenas redujo 0,6 kilos y 0,3 centímetros.
“Se trata de modestos cambios sostenidos en el estilo de vida, pero con un impacto clínico relevante. Aplicados a gran escala, podrían evitar miles de nuevos diagnósticos cada año”, destaca Miguel Ángel Martínez-González, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra, profesor en Harvard y uno de los investigadores principales del proyecto.
Una epidemia global que se puede frenar
La diabetes tipo 2 afecta a 530 millones de personas en el mundo, según la Federación Internacional de Diabetes. En España, la padecen 4,7 millones de adultos, una de las cifras más altas de Europa. La enfermedad está estrechamente ligada a los cambios de estilo de vida, el envejecimiento poblacional y el aumento del sobrepeso y la obesidad.
“La dieta mediterránea mejora la sensibilidad a la insulina y reduce la inflamación. Con control calórico y ejercicio, sus beneficios se multiplican”, explica Miguel Ruiz-Canela, catedrático de Medicina Preventiva de la Universidad de Navarra y primer autor del estudio. “Es un enfoque sabroso, sostenible y culturalmente aceptado que puede convertirse en una estrategia eficaz para prevenir una enfermedad global en gran medida evitable”.
Relevancia internacional
El artículo viene acompañado de un editorial en Annals of Internal Medicine firmado por las investigadoras Sharon J. Herring y Gina L. Tripicchio (Temple University, Filadelfia), que valoran el potencial de esta estrategia como modelo preventivo frente a la diabetes tipo 2. Aunque advierten de las dificultades de aplicarla en contextos no mediterráneos, señalan la necesidad de políticas públicas que faciliten el acceso a alimentos saludables, entornos activos y asesoramiento profesional.
PREDIMED-Plus (2013-2024) da continuidad al histórico PREDIMED (2003-2010), que demostró que la dieta mediterránea enriquecida con aceite de oliva virgen extra o frutos secos reducía en un 30 % el riesgo cardiovascular.
Instituciones implicadas
El ensayo ha reunido a investigadores de la Universidad de Navarra, Hospital Clínic de Barcelona, Universidad de Valencia, Universidad Rovira i Virgili, IMIM-Hospital del Mar, Universidad Miguel Hernández, Hospital Son Espases, Universidad de Málaga, Hospital Reina Sofía de Córdoba, Universidad de Granada, Bioaraba-UPV/EHU, Universidad de Baleares, Hospital Virgen de la Victoria, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Universidad de León, Distrito Sanitario Sevilla, Fundación Jiménez Díaz, Hospital de Bellvitge, Hospital Clínico San Carlos, Universidad de Jaén e Instituto IMDEA Alimentación, entre otros.
La investigación ha contado con más de 15 millones de euros de financiación, en su mayoría aportados por el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) y las redes de investigación CIBEROBN, CIBERESP y CIBERDEM, además de la colaboración internacional de la Universidad de Harvard.