Sus Majestades los Reyes don Felipe y doña Letizia, acompañados por Su Alteza Real la Princesa de Viana, doña Leonor, visitaron en la tarde de hoy el Monasterio de San Salvador de Leyre, considerado la 'cuna espiritual' del antiguo Reyno de Navarra y primer panteón real.
La comitiva real llegó al recinto monástico hacia las 17.30 horas. A su paso fueron recibidos por la presidenta del Gobierno de Navarra, María Chivite; la ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz; la delegada del Gobierno en Navarra, Alicia Echeverría; y el alcalde de Yesa, Roberto Martínez. Posteriormente saludaron también los primeros ediles de Sangüesa, Cáseda, Liédena, Lumbier, Petilla de Aragón y Rocaforte.
El acceso a la iglesia abacial, enmarcado por la Puerta Speciosa y la presencia de la Policía Foral en traje de gala, estuvo marcado por la solemnidad. Allí les aguardaban el abad, Dom Juan Manuel Apesteguía, y el prior, Eduardo Oliver. Al entrar en el templo, la Marcha Real acompañó a los Reyes y a la Princesa hasta los sitiales situados frente al panteón, donde se custodia la arqueta neogótica diseñada por Florencio Ansoleaga.
Tras el Himno Nacional, la comunidad benedictina interpretó el responsorio gregoriano Dirigatur, de más de doce siglos de antigüedad. Acto seguido, la Princesa Leonor protagonizó la ofrenda floral ante el sepulcro real, momento culminado con la interpretación del Himno de Navarra, la Marcha para la Entrada del Reino, a cargo del organista Raúl del Toro.
La visita continuó en la cripta románica, donde los Reyes y la Princesa escucharon las palabras del abad, quien glosó la importancia histórica del monasterio, estrechamente ligado a la monarquía navarra desde los tiempos de Íñigo Arista y Sancho III el Mayor.
En recuerdo de esta primera visita, la Princesa Leonor firmó en el Libro de Honor y la comunidad entregó a la familia real un doble obsequio: el volumen Leyre, historia, arte y vida monástica, del monje Ramón Molina Piñero, y las primeras botellas del nuevo licor de hierbas y ginebra elaborados artesanalmente en el monasterio.
Antes de partir, los Reyes y la Princesa pudieron contemplar las vistas panorámicas de la sierra de Leyre y del embalse de Yesa, así como saludar al numeroso público congregado en esta jornada que ya forma parte de la memoria histórica del lugar.