El Helvetia Anaitasuna, tras una temporada plagada de sobresaltos, firmó una victoria agónica ante el Frigoríficos del Morrazo Cangas (37-34) en la última jornada de la Liga Plenitude Asobal. Sin embargo, el triunfo, celebrado con rabia y esperanza en La Catedral, no fue suficiente: el equipo navarro desciende a la División de Honor Plata tras 14 años en la élite.
La afición, consciente de lo que estaba en juego, se ha volcado en esta final por la supervivencia en la máxima categoría del balonmano español. Los mensajes durante la semana, tanto del club como de los jugadores, apelaban al espíritu de lucha y a la unión con la grada. También el recibimiento ha sido de los que marcan una jornada histórica.
Sobre la pista, Anaitasuna salió decidido a por la victoria. El Cangas, ya salvado, no fue un invitado complaciente y exigió el máximo a los locales. El marcador reflejó la tensión: ventajas mínimas, alternativas constantes y ningún equipo capaz de romper el partido hasta los minutos finales.
El Helvetia, que había promediado 26,3 goles en los últimos encuentros, supo templar los nervios en los momentos decisivos y, empujado por la grada, cerró el choque con una victoria que, durante unos instantes, pareció valer oro. Pero el drama no terminó en la pista: los jugadores y la afición miraban de reojo los otros resultados.
La salvación no dependía solo de sí mismos. Puente Genil y Huesca cumplieron ante Bidasoa Irun y Villa de Aranda, respectivamente, y condenaron a Anaitasuna al descenso, hiciera lo que hiciera en Pamplona.
El descenso de Anaitasuna supone un golpe duro para el balonmano navarro. Tras 14 temporadas consecutivas en la élite, Pamplona y Navarra se quedan sin representante en la máxima categoría la próxima campaña. La Catedral, que tantas tardes de gloria ha vivido, despidió a su equipo entre lágrimas, aplausos y el orgullo de haber peleado hasta el último segundo.